Curiosidades de “Caminito”, uno de los destinos preferidos de los turistas
Cuando los turistas arriban a la Ciudad de Buenos Aires, aunque vengan por pocos días, tienen entre sus prioridades recorrer un paseo ubicado en uno de los extremos de la metrópoli porteña. Se trata de “Caminito”, cuyas pintorescas paredes, su tranquilidad y ritmo, arquitectura, y el estilo de las veredas y calles lo convierten en un imán de la cultura arrabalera y tanguera de la capital argentina.
A su vez, “Caminito” es una suerte de museo a cielo abierto. Tiene una corta extensión, de 150 metros, y con un trazado sinuoso que le debe a que sigue el cauce de un arroyo que fluyó hasta principios del siglo XX. Este paseo se sitúa en el cruce de Del Valle Iberlucea y Magallanes, llegando hasta la esquina de Aráoz de Lamadrid, en La Boca. Con el Riachuelo y el estadio de Boca Juniors ubicado a pocos metros, conforma el paisaje clásico boquense por excelencia.
Pero la historia de “Caminito” no fue siempre así. Durante mucho tiempo, el lugar formó parte del recorrido del ferrocarril a la localidad de Ensenada. Pero en 1928, ese ramal fue clausurado para siempre, y la vía devino en un callejón abandonado. En aquel tiempo era impensado que sería luego un emblema del turismo en Buenos Aires. Pero fue gracias a la iniciativa de varios vecinos, entre los que se encontraba el pintor Benito Quinquela Martín, que en la década de 1950 se recuperó el terreno. Así, se pudo llevar a cabo este paseo que poco después, se convertiría en el paseo peatonal que muestra la cultura y el arte capitalino.
La figura de Quinquela Martín es imposible de escindir respecto a “Caminito” y La Boca. De hecho, fue el famoso pintor quien dio impulso a que en 1959, se denomine al nuevo paseo con el nombre del tango que Juan de Dios Filiberto y Gabino Coria Peñaloza compusieron y estrenaron en el Carnaval de 1926.
Una de las mayores curiosidades de “Caminito” tiene que ver con que su mayor característica, la variedad en los colores de las paredes, responde a un hecho fortuito. El mismo se remonta a los inicios del barrio boquense, cuando los residentes no tenían suficiente dinero, y utilizaban la pintura que sobraba de los barcos del puerto para pintar sus casas. Por eso, puertas, ventanas y paredes no responden a una lógica estética.
Esta particularidad es hoy un atractivo visual innegable, lo que hace que, en una era marcada por la imagen, “Caminito” se haya convertido en uno de los 10 destinos más fotografiados del mundo, de acuerdo a Google Maps, dejando atrás incluso a muchas de las Maravillas del planeta.