El Abasto, de mercado de frutas a uno de los más grandes centros comerciales
Durante casi 100 años, hubo una referencia ineludible a la hora de conseguir frutas y verduras a buen precio y cantidad. Situado en Corrientes y Anchorena, con sus techos ondeados y de color marrón claro, lucía el Mercado del Abasto como el mejor destino. Décadas después, luce de una manera completamente distinta, pero sin dejar de ser reconocido por todos los porteños y elegido por miles de ellos, ahora como centro comercial.
El edificio de Corrientes al 3200 tiene algunas características que permiten distinguirlo entre toda la urbe de la Ciudad de Buenos Aires. Su estructura particular, y su material (hormigón armado), lo destacan de sobremanera. Lo mismo su ubicación estratégica en el barrio de Balvanera, a menos de 20 cuadras del Obelisco, a poco de la estación Once y dentro de una de las principales avenidas.
El Abasto nació en 1890, ante el crecimiento poblacional que presentaba Buenos Aires y la necesidad registrada por las autoridades de entonces de contar con un mercado de este tipo. La entonces Municipalidad designó entonces el lugar que ocuparía, el mismo que hoy, de 25 mil metros cuadrados, y la función que tendría el mercado, habilitando la venta al por mayor de frutas, verduras y otros artículos de abasto, pero prohibiendo expresamente la venta de carne.
Para los años 30, los habitantes eran todavía más, y por ello fue necesario ampliar más aún el Abasto. El nuevo mercado fue diseñado por el arquitecto Viktor Sulčič, de nacionalidad eslovena. Se destacaba por su estilo art deco, con raigambres de brutalismo, buscando embellecer el edificio puntualmente desde su techo. Por eso, el lugar encabezó un proceso de modernización que tuvo Buenos Aires en esa época.
El declive comenzó en los años 70, cuando el gobierno nacional buscó fomentar los mercados mayoristas de productos perecederos, contando con un Mercado Central único encargado de su comercialización. De esta manera, tenían que cesar sus actividades los mercados mayoristas existentes, como el del Abasto. En 1984 se dispuso su cierre, y sus operaciones se mudaron al Gran Buenos Aires.
El edifico, declarado Patrimonio cultural de la Ciudad, permaneció abandonado por más de una década, hasta que en 1998 se lanzó el “Abasto Shopping”, en pleno auge de estos centros comerciales. Así funciona hasta ahora, administrado por la empresa IRSA y destacándose como uno de los más importantes de Buenos Aires, por sus locales de indumentaria, recreación, cines y patios de comidas.